Una de las primeras visitas del equipo de paleontólogos del Museo, dentro del proyecto de las minas olvidadas, fue a las galerías de las minas de Libros, en Teruel. Los compañeros del Centro de Estudios Espeleológicos Turolenses (C.E.E.T.) llevan unos años cartografiando las minas de la provincia, y próximamente publicarán un libro con toda esta información tan valiosa. En el techo de una de las galerías principales en Libros detectaron algo raro y contactaron con nosotros. La emoción y la sorpresa fue mayúscula: ¡se trataba del esqueleto de una rana fosilizada! Os contamos la historia de cómo nuestro equipo extrajo por primera vez una rana fósil casi completa en una galería de las minas de Libros (Teruel).

Las ranas de Libros son uno de los fósiles más famosos de Aragón. Docenas de museos en toda Europa cuentan con ejemplares en sus exposiciones. Las antiguas minas de azufre de Libros estuvieron activas hasta mediados del siglo XX, pero fue en los años 20 cuando se encontraban en pleno rendimiento. El director de la explotación era, en aquel entonces, el doctor en química Celedonio José Pueyo Luesma, socio de la Sociedad Aragonesa de Ciencias Naturales. Sabemos que Pueyo Luesma le entregó a Longinos Navas:

“un fragmento de rana fósil, y más tarde un ejemplar casi entero de una rana cuya figura me dejó maravillado”.

Navás publicó los primeros datos sobre estas ranas fósiles citando a su descubridor, al que dedico la especie “Rana pueyoi” en 1922. El holotipo de la especie (en la imagen sobre estas líneas) y varios ejemplares más de este fósil se pueden ver en la exposición permanente del Museo.

Los fósiles de ranas y otros animales de Libros que se exponen en museos y colecciones particulares se recuperaron mientras la mina de azufre estuvo activa, hasta la década de los 50. Eran extraídos por los propios mineros que trabajaban allí. Pero hasta ahora, ningún especialista había encontrado uno de estos fósiles “in situ” (es decir, en el sitio) ni se habían realizado estudios paleontológicos sobre el terreno. Por este motivo, se desconocía de qué capas o estratos provenían exactamente. El hallazgo de los compañeros del C.E.E.T. es un gran descubrimiento que permite completar una parte del conocimiento sobre este yacimiento fosilífero de preservación excepcional.

La pieza presentaba una serie de fracturas que prometían una inminente destrucción (pueden apreciarse en la imagen superior). Por eso, preparamos una campaña de extracción del fósil que se llevó a cabo unas semanas antes del confinamiento. El equipo de paleontólogos del Museo junto con el técnico de la Dirección General de Patrimonio y los compañeros espeleólogos volvimos a la mina con el material adecuado para extraer la rana. El fósil se encontraba en el techo de la galería, por lo que hubo que transportar andamios para llegar hasta él. En la foto se nos puede ver en el proceso de protección de la pieza y posterior extracción del techo. La extracción fue compleja por trabajar en una posición poco habitual. Afortunadamente, el proceso fue perfecto y la rana se recuperó completa. Es una gran noticia, por primera vez se tiene documentada la capa geológica donde se afloran las ranas fósiles. Sin duda un gran descubrimiento, que no hubiera sido posible sin el trabajo del C.E.E.T. y sin el impulso del proyecto de las minas olvidadas.