Durante esta semana ha resonado en los medios un hallazgo paleontológico de gran relevancia que ha sido realizado en el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, dentro del Cañón de Añisclo. Se trata de un fósil de estrella de mar que data de hace aproximadamente 55 millones de años, perteneciente al período Eoceno, la época posterior a la extinción de los dinosaurios. Este descubrimiento es de particular importancia, ya que aporta nueva información sobre los ecosistemas marinos que florecieron en dicha época y sobre las especies que habitaban los mares que cubrían por aquel entonces esta región.

El fósil fue descubierto por casualidad en una roca desprendida junto a un abrevadero gracias a uno de los vigilantes del parque, Carlos Serrano.

La región de Ordesa es conocida tanto por su diversidad geológica como paleontológica, pero este hallazgo supone una sorpresa especial, ya que las estrellas de mar fosilizadas son extremadamente raras de encontrar debido a su estructura frágil y la dificultad de su fosilización. La razón de esta preservación se debe a que, hace millones de años, la región donde hoy se encuentra el parque estaba cubierta por un mar cálido y poco profundo, el cual favoreció la proliferación y fosilización de su vida marina. El entorno ha cambiado drásticamente desde entonces, y ahora el cañón de Añisclo está compuesto principalmente por rocas calizas, testigos de su pasado marino e ideales para la preservación de material fósil.

El excelente estado de conservación del ejemplar ha permitido a Samuel Zamora, paleontólogo miembro de Aragosaurus, identificar los detalles anatómicos de la estrella de mar con gran precisión, incluyéndola en el grupo de los “goniasteroideos”.

La investigación sobre este fósil será realizada por el equipo de Aragosaurus, que ya participaron en el estudio de otros fósiles excepcionales de la región, como el cocodrilo de Ordesa-Vió. La incorporación de este nuevo ejemplar al conocimiento científico contribuirá a profundizar en las conexiones entre las especies que habitaron los ecosistemas marinos y costeros que se desarrollaban en las cercanías de los actuales Pirineos.

Debido a esta relevancia tanto científica como patrimonial, en el futuro este fósil de estrella de mar será una de las grandes incorporaciones del Museo de Ciencias Naturales de la Universidad de Zaragoza (MCNUZ), donde los visitantes podrán conocer de cerca este testimonio único de la vida marina de hace 55 millones de años.