La procedencia de las rocas usadas en la construcción de nuestros monumentos más cercanos es una información que en muchos casos se ha perdido. En nuestro proyecto de las minas olvidadas ya hemos sacado a la luz varios casos emblemáticos, como la piedra caracoleña de Fuendetodos o el jaspe de Ricla. Hoy nos toca conocer una cantera situada en Alcorisa, un buen ejemplo de que el aprovechamiento de minerales y rocas en Aragón era generalmente de tipo más local. Vamos a contaros lo que sabemos de la cantera de “La Valfonda”.

Frente de explotación de la cantera. Foto: Luis Moliner

 

 

El alcorisano Luis Moliner, geólogo y habitual colaborador del Museo, nos ha mandado la historia de la cantera “La Valfonda,” explotada tradicionalmente para la construcción de muchos de los monumentos en Alcorisa. La cantera se encuentra cerca del campo de futbol, a casi 3 kilómetros del núcleo urbano.  Se conserva el frente de explotación y numerosas marcas de sillares en proceso de extracción. Es un lugar que debería conservarse y podría llegar a ser un aula al aire libre para la divulgación del trabajo de cantero.

Última zona de extracción. Foto: Luis Moliner

 

Hasta el momento no se han encontrado documentos escritos que indiquen desde cuando se extrae piedra arenisca de esta cantera. Luis apunta que, al menos, estuvo activa desde la construcción de la escalinata norte de la Iglesia parroquial, de los arcos de la plaza del Ayuntamiento y de la plaza de los Arcos. No se puede descartar que la cantera tuviese cierta actividad mucho antes. En los arcos originales que quedan en la plaza del Ayuntamiento se pueden localizar algunos sillares con marcas de cantero, lo que nos indica que esos sillares debieron de reciclarse de construcciones anteriores. Dado que las marcas de cantero dejaron de utilizarse hacia el s. XII, se puede inferir la posibilidad que la cantera se explotase antes del año 1200. Tampoco tenemos la fecha exacta de cuando dejó de usarse, pero Luis apunta que se pudo extraer roca hasta la finalización del embalse de Gallipuén en el año 1927. Probablemente, los restos de perforación de barrenos de pólvora negra que se aprecian en el frente de explotación abandonado sean de la última fase del aprovechamiento.  

La cantera de “La Valfonda” es de arenisca del Terciario, posiblemente del Oligoceno. Esta roca se formó en los antiguos ríos que discurrían por estas tierras, millones de años antes de que existiera el padre Ebro. Las areniscas terciarias del Valle del Ebro no son especialmente buenas y con el tiempo se erosionan, pero presentan algunas ventajas. Por un lado, son relativamente blandas y fáciles de tallar. Por otro, el afloramiento está relativamente próximo al núcleo urbano y el camino no presenta grandes desniveles, lo que facilita el transporte. Otro punto a favor de estas areniscas es que tienen un mayor espesor y homogeneidad que el resto de las rocas areniscas de la zona, favoreciendo la extracción de grandes volúmenes de roca. De hecho, Luis apunta que se debieron extraer más de 10.000 m3 de arenisca. Pero aún tienen una fortaleza más: la explotación de “La Valfonda” se sitúo en un pliegue anticlinal (en forma de A) bastante amplio. Concretamente, en su charnela (el plano donde se pliega), donde las capas se disponen horizontales o casi. Esto facilitaba la extracción de sillares con formas similares.

La cantera benefició varios estratos o capas de arenisca con espesores de entre medio metro y varios metros. Sobre la superficie del estrato más alto y mejor expuesto, que se dispone prácticamente horizontal y cuyo espesor es del orden de medio metro, se conservan unos huecos cuadrados y rectangulares. Próximos a ellos también hay bloques paralelepipédicos enmarcados por dos líneas paralelas separadas unos 20 cm que, en algunos casos, están rebajados en una profundidad variable, de forma que los bloques recién descritos quedan aislados en el extremo oriental de la cantera. Se trata de sillares en distintas fases del proceso de tallado y extracción, algunos se rompieron durante la operación.

Zona de extracción de sillares. Foto: Luis Moliner

Zona de extracción de sillares. Foto: Luis Moliner

 

 

Según la información que nos traslada Luis, estas areniscas se trabajaban tradicionalmente in situ como sillares. Una vez tallados de forma adecuada, eran transportados mediante caballerías por el camino ahora transformado en la carretera que une Alcorisa y Andorra. Así lo contó Constantino (el del Mas del Conellero), nos dice Luis, durante una visita a la cantera por parte del Centro de Estudios de Alcorisa con Óscar Librado (Explorador de Proximidad), rememorando historias que había oído a su abuelo de cuando se llevaron la piedra para construir la Iglesia de San Sebastián (s. XVIII). Historias que, a su vez, su abuelo ponía en boca de sus mayores.

Los sillares se utilizaron en la construcción de algunas fachadas, arcos, soportales y peldaños reconocibles en la arquitectura urbana local y también en algunas masías. En el núcleo urbano de Alcorisa pueden identificarse en la escalinata de acceso a la puerta norte de la Iglesia parroquial (la del lado de la carretera), que es la más antigua; en los arcos originales de la Plaza de los Arcos y en las paredes exteriores de la iglesia de San Sebastián. Fuera del núcleo de población, se conservan en escasos sifones de las acequias que atraviesan carreteras y caminos, así como en malecones colocados en  puntos concretos de las carreteras secundarias más próximas.

Detalle de la erosión de la arenisca. Foto: Luis Moliner

Arco de la Plaza de los Arcos construido con la arenisca de La Valfonda. Foto: Luis Moliner